Discriminación, racismo e integración.
La historia
tiene lugar en Getxo un pequeño municipio de Vizcaya en el verano de 2017, pero
que 5 años despues aun se notan sus consecuencias para Silvia, vecina de alli y
de origen boliviano. Esta discriminación no fue solo a una persona, Silvia, y
por una razón, su pais de nacimiento, sino a otra persona más y por otro motivo
distinto de discriminacion: se encontraba en situación de mendicidad; Y las
consecuencias se resumen en discriminación, racismo y tortura 5 años despues.
Os cuento un
poco la historia: hace cinco años, Silvia estaba en el supermercado cuando vio como la policía
maltrataba a un mendigo, solo por el hecho de estar viviendo y pidiendo en la
calle. Silvia salió en defensa de él porque sintió un abuso de poder por parte
de la autoridad. Este acto de empatía desencadenó su detención y posterior
agresión en las celdas de los calabozos por parte de aquellos que debían
garantizar su seguridad: los agentes de policía.
Silvia requirió que la asistiera un médico forense
para dar cuenta de las lesiones que sufrió durante su detención. Según recoge
el informe, recibió varios puñetazos por parte de uno de los agentes. Más
adelante presentó este informe y pidió que se aplicara el protocolo de
Estambul.
Los mismos agentes que la agredieron presentaron un
atestado adulterado, tergiversando los hechos y fingiendo ser ellos las
víctimas: lobos con piel de cordero. Esta vuelta de tornas pone de manifiesto
una dolorosa realidad: el sistema que debería proteger a la ciudadanía puede
convertirse en su verdugo. ¿Dónde está la justicia?
El Gobierno Vasco no solamente no actuó como mediador,
sino que optó por ejercer de acusación contra ella. Solicitaron una pena de
siete años de prisión, una medida a todas luces excesiva, desproporcionada e
injusta. Además, se le ha impedido aportar en su defensa el informe pericial
del Protocolo de Estambul.
Ante tales circunstancias, surge una pregunta
inevitable: ¿Cómo es posible que esto ocurra en un Estado democrático de
derecho? El caso de Silvia no es un caso más de abuso de poder, sino que deja
al descubierto el racismo presente en nuestra sociedad; Tambien deja presente
como hemos visto en el tema 1, un problema de integración por pertenecer a un
grupo diferente, a un subgrupo dentro de un grupo. Su experiencia, similar a la
de muchas personas racializadas en este territorio, es un claro reflejo del
racismo institucional existente. Es urgente reconocer, denunciar y erradicar
estas prácticas racistas. Demuestra una realidad que mucha gente prefiere
ignorar: el abuso de poder, la violencia y el racismo contra una mujer ante las
instituciones. Y más alarmante aún: en el sistema judicial. La sociedad reclama
transparencia, objetividad y prontitud y, sobre todo, que se cumplan los
estándares internacionales contra el maltrato y la tortura, ya que esta problemática
no es solamente de algunos países alejados del nuestro, sino que se manifiesta también
en España y en los demás países desarrollados. Lo que se reclama en este caso
concreto, es que en el juicio se volveria a pedir una investigación eficiente y
objetiva de su denuncia, es decir, que se aplique el protocolo de Estambul. No
podemos permitir que el racismo, el abuso de poder y la violencia contra una
mujer se oculten y se ejerzan desde quienes hacen cumplir la ley e imparten
justicia y por tanto, se aplique el principio de igualdad que afecta a los
poderes públicos y como consecuencia de ello se manifieste el derecho
particular del individuo que debe ser protegido como un Derecho fundamental a la
Igualdad. Y también se aplique la igualdad como un valor de alcance general en
los sistemas políticos modernos, manifestando asi el Articulo 1 de la
Declaración de Derechos humanos.
Me he basado en varios articulos pero el pricipal es
este Opinión
| El caso de Silvia: discriminación, racismo y tortura cinco años después - El
Salto - Edición General (elsaltodiario.com)
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